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Breve análisis del aparato psíquico

Desde muy temprana edad se nos ha educado para comprender los sistemas y aparatos que conforman nuestro organismo, por ejemplo, aparato digestivo, sistema muscular, etc. Pero muy rara vez se nos dice que contamos con un aparato anímico que es fundamental, de acuerdo con los psicólogos, para alcanzar un equilibrio y plenitud de nues

tras vidas. En esta ocasión trataremos de analizar algunos de los elementos o cualidades de esta parte de nuestra mente que denominamos conciencia, donde habitan fuerzas e instintos que a veces se conflictúan produciendo algunas problemáticas en nuestro ser, por lo que abordaremos el tema a partir del psicoanálisis.

Lo psíquico se divide en consciente e inconsciente, siendo la consciencia una cualidad de lo psíquico, deducción que se realiza de fenómenos como la hipnosis y el sueño, de acuerdo con Freud, un elemento psíquico como la percepción, no es duraderamente consciente, la conciencia se puede practicar siguiendo el mayor tiempo posible el tic-tac y las manecillas de un reloj, se llega el momento en que la atención se aparta del objetivo, dice Ouspenski que uno siempre debe estar atento a uno mismo en cualquier lugar y momento y nunca debemos olvidarnos.

La consciencia es un estado transitorio, una representación consciente, en un momento dado, no lo es en el inmediatamente ulterior, aunque puede volver a serlo, pero en el intervalo hubo de ser algo que ignoramos. Los términos consciente, latente, capaz de consciencia, son coincidentes. Algunas representaciones no pueden llegar a ser conscientes, porque se opone a ello una cierta energía, la técnica psicoanalítica hace posible suprimir tal energía y se hacen conscientes dichas representaciones, el estado en que estas representaciones se encontraban se conoce como represión, hay una energía que lleva a cabo la represión y la mantiene. En ese sentido lo inconsciente tiene como punto de partida la teoría de la represión, lo inconsciente latente es capaz de conciencia y lo reprimido incapaz de consciencia, a lo primero se le denomina pre consciente y a lo segundo inconsciente, entonces en un sentido descriptivo hay dos clases de inconsciente y sólo una en sentido dinámico, la diferenciación de lo consciente e inconsciente es una cuestión de percepción.

Todo individuo tiene una organización coherente de sus procesos psíquicos a lo que se le considera su yo, este yo, integra la consciencia, esta instancia, fiscaliza sus procesos parciales y aún adormecida ejerce la censura onírica. Del yo, parten las represiones, quedando excluidas de la conciencia y de las demás tendencias anímicas , de ahí se suprimen las resistencias que el yo opone a todo contacto con lo reprimido, lo inconsciente no coincide con lo reprimido, todo lo reprimido es inconsciente pero no todo lo inconsciente es reprimido, también una parte del yo puede ser inconsciente.

Todo nuestro conocimiento se halla ligado a la consciencia. La consciencia es la superficie del aparato anímico, respecto a la organización anatómica, es el primer sistema a partir del mundo exterior, es la superficie perceptora. Las percepciones sensoriales, sensaciones y sentimientos son conscientes. Una representación se hace pre consciente por su enlace con las representaciones verbales correspondientes. La relación de la percepción exterior con el yo es evidente, la percepción interna conlleva sensaciones de procesos que se desarrollan en los diversos estratos del aparato anímico. Las sensaciones de placer no representan un carácter perentorio, las displacientes aspiran a una modificación. Las sensaciones y los sentimientos tienen que llegar al sistema pre consciente para hacerse conscientes y cuando encuentran cerrado el camino de dicho sistema no logran emerger como tales.

El yo, emana del sistema pre consciente, pero el yo, es también inconsciente , el yo, se denomina al ente que emana del sistema pre consciente y es primero pre consciente, el ello, es lo psíquico restante (inconsciente) en lo que dicho yo se continúa. El yo es una parte del ello modificada por el mundo exterior transmitida por el pre consciente. El yo, se esfuerza por transmitir al ello dicha influencia del mundo exterior y aspira a sustituir al principio del placer que reina en el ello por el principio de realidad. La percepción es para el yo, lo que para el ello el instinto. El yo pudiera representar la razón y el ello las pasiones. El yo quiere dirigir al ello con energías prestadas, sin embargo a veces se muestra forzado a transformar en acción la voluntad del ello como si fuera la suya propia. El yo, es un ser corpóreo, según Freud, se puede identificar con el homúnculo cerebral de los anatómicos que se halla cabeza abajo sobre la corteza cerebral, tiene los pies hacia arriba, mira hacia atrás y ostenta a la izquierda la zona de la palabra. Una labor intelectual, sutil y complicada puede ser realizada pre conscientemente sin llegar a la consciencia, por ejemplo, una persona que buscaba la solución a un problema el día anterior, lo deja por no poder realizarlo, al día siguiente después del sueño se le facilita.

La autocrítica y consciencia moral son funciones anímicas inconscientes, lo más bajo y elevado en cuanto a valores también puede permanecer inconsciente, de esta manera existe una fase especial del yo o sea una diferenciación dentro del mismo yo que se le denomina súper yo o ideal del yo, esta parte del yo presenta una conexión menos firme con la consciencia. Detrás del ideal del yo se oculta la primera identificación del individuo (con los padres) esta complicación depende de la disposición triangular de la relación de Edipo y de la bisexualidad constitucional del individuo. El desenlace del complejo de Edipo es una identificación con el padre o con la madre, depende de la energía relativa de las dos disposiciones sexuales. El complejo de Edipo consiste en que el niño se enamora de la madre y quiere suprimir al padre para que no sea obstáculo, al final se logra salir avante de esta situación pero puede quedar un sentido de culpabilidad. Se admite como resultado general de la fase sexual dominada por el complejo de Edipo, la presencia en el yo de un residuo consistente en el establecimiento de estas dos identificaciones enlazadas entre si, esta modificación del yo conserva su significación especial y se opone al contenido restante del yo en calidad del ideal del yo o súper yo. El súper yo es un residuo de las primeras elecciones de objeto del ello y una enérgica formación reactiva contra las mismas, debes ser como el padre, así no debes ser, no debes hacer todo lo que él hace. Debe su génesis a tal represión, el yo se robustece para llevar a cabo su represión creando en si mismo tal obstáculo el súper yo conservará el carácter del padre, de acuerdo a la intensidad del complejo, la rapidez de su represión y las diversas influencias, así reinará después en el yo como consciencia moral o como sentimiento inconsciente de la culpabilidad, el súper yo ahogado del mundo exterior o sea del ello, se opone al yo, verdadero representante del mundo exterior o de la realidad. Los conflictos entre el yo y el ideal reflejan la antítesis de lo real y lo psíquico del mundo exterior y el interior. Todo lo que la biología y los destinos de la especie humana han dejado en el ello es tomado por el yo en la formación de su ideal y vivido en él de nuevo individualmente. Ningún suceso exterior puede llegar al ello sino por mediación del yo que representa en él al mundo exterior, el yo es una parte del ello, especialmente diferenciada, cuando el yo extrae del ello un súper yo resucita antiguas formas del yo. Observa con atención el conflicto de tu mente sin juzgar y éste tenderá a desaparecer. Corazón de cueramo te saluda, gracias por leernos, felicidades en nuestro 2º. Aniversario


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